La batería es una de las partes más importantes y valiosas de un coche eléctrico. Su buen estado va a influir tanto en la vida útil del coche como en la autonomía cuando salgas de viaje.
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Juan Carlos Duque Portillo, asesor técnico del RACE, explica que la batería de un coche eléctrico no funciona siempre igual. La temperatura extrema del exterior va a influir en el rendimiento de la batería, tanto si hace mucho frío, como si hace mucho calor. Este acumulador de energía trabaja mejor cuando el termómetro oscila entre los 15ºC y los 25ºC. Fuera de este rango, la autonomía prometida por el fabricante, que ya de por sí es difícil de alcanzar, se verá mermada ya que la capacidad de una batería pierde hasta un 20% de su capacidad cuando hace mucho frío.
¿Qué tiene una batería de coche eléctrico en su interior?
Para entender por qué afecta el frío al rendimiento de una batería de coche eléctrico, antes hay que conocer su funcionamiento. Para que una batería haga su función, antes debemos cargarla de electricidad. El proceso de recarga se produce a través de una reacción química en el interior de sus celdas.
¿En qué consiste esta reacción química de las baterías?
Las baterías están divididas en celdas cuyo número se incrementa o se reduce en función de la capacidad de la batería o del voltaje. Dentro de cada celda hay un electrolito y dos placas con un positivo (ánodo) y un negativo (cátodo). Dentro de esas celdas, cuando realizas el proceso de carga y descarga se produce un paso de electrones desde el ánodo hasta el cátodo a través del electrolito.
Todo este proceso es el mismo para todo tipo de baterías que utilizan los coches (no sólo los eléctricos, también los de combustión), ya sea una batería AGM, una de gel, las húmedas, las de ión-litio (utilizadas específicamente en los coches eléctricos), etc. Lo que cambian entre ellas son los materiales utilizados para realizar esa transferencia de electricidad.
Entonces, ¿por qué con el frío la batería no da tanta autonomía?
Las baterías consiguen almacenar energía gracias al paso de electrones que te hemos explicado unas líneas más arriba. En función de la temperatura que haya y del material con el que esté fabricada la batería, ese paso de electrones va a costar más o menos.
El frío provoca una resistencia interna en el electrolito que va a hacer de barrera para que los electrones circulen fácilmente desde el ánodo hasta el cátodo. Cuanto más frío, la reducción de electrones va a ser mayor, lo que va a provocar: menor potencia, menor rendimiento y menor autonomía en un coche eléctrico. Además, esa resistencia genera calor, lo que significa que se pierde parte de la electricidad, que se está transformando en energía calórica.
Ante esta situación, cabría plantear si es posible calentar la batería de gran densidad energética a través de un calefactor para que funcione correctamente, a pesar del frío. Se podría utilizar, pero el problema es que la energía que consumiría ese aparato sería superior a lo que la propia batería es capaz de almacenar y, por tanto, no compensaría calentar la batería.
Ahora los fabricantes están buscando diferentes formas de combinar el litio con otros materiales (litio-azufre, litio-hierro fosfato, etc) e incluso sustituyen el litio por aluminio o zinc para reducir las resistencias internas que se generan por agentes externos y las que se generan por las propias reacciones internas de la batería.
Cuando hace mucho calor, algo que también influye negativamente en las baterías de alto voltaje, los coches eléctricos lo combaten con un sistema de refrigeración. Es necesario porque la suma de la electricidad y una temperatura superior a los 30ºC puede llegar a provocar un incendio. Por eso, durante la carga del vehículo también se activa este sistema de refrigeración.
Las baterías de los coches de combustión también sufren con el frío
Un coche de combustión utiliza una batería de 12V (un voltaje muy inferior al que utiliza una batería de coche eléctrico) que sirve, entre otras cosas, para dar energía al motor de arranque y que pueda mover el motor del coche. Sin ese pico de energía, no podrías poner tu coche en marcha.
El frío también afecta a estas baterías, que suelen ser húmedas de Plomo-Ácido. Estos acumuladores también tienen electrolitos en su interior. El problema es que ese electrolito está formado por una mezcla de ácido sulfúrico y agua destilada. Esta composición puede derivar en que, cuando hace mucho frío, puede formarse una leve congelación.
La consecuencia es que la batería no va a entregar tanta energía al motor de arranque y, por eso, cuando hace mucho frío, a tu coche diésel o de gasolina le cuesta arrancar cuando el frío es extremo. Además, el hecho de que intentes arrancar varias veces hace que se vaya descargando la batería a cada intento, lo que puede llevar a que se quede sin energía y no puedas arrancar definitivamente el coche. En tal caso, no te preocupes porque, si eres Socio del RACE, te ayudaremos a poner en marcha tu coche con nuestro servicio de asistencia en carretera.
No obstante, el problema de que la batería no dé suficiente energía al motor de arranque cada vez ocurre menos con las nuevas baterías que incluyen los coches que salen de fábrica, que son las de AGM y gel. Éstas tienen mejores propiedades de arranque en frío y una mayor vida útil.
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