Las rotondas holandesas son una innovadora solución de tráfico diseñada para mejorar especialmente la seguridad de ciclistas y peatones. Estas rotondas, originarias de los Países Bajos pero con una popularidad creciente en naciones de tradición ciclista como Dinamarca, Bélgica, Francia o Reino Unido, se caracterizan por incluir un anillo exterior exclusivo para bicicletas y pasos de peatones especialmente señalizados, con la intención de proteger y dar prioridad a los usuarios más vulnerables.
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El funcionamiento de este tipo de intersecciones es el mismo que el de una rotonda convencional, con la diferencia de que el anillo exclusivo para bicicletas, que rodea a los carriles de tráfico motorizado, suele tener un firme de color diferenciado (normalmente rojo). Las bicicletas que por él circulen tienen prioridad de paso sobre el resto de vehículos.
Cómo circular por las rotondas holandesas
En estas rotondas, por lo tanto, los vehículos motorizados deben ceder el paso tanto a los ciclistas que circulan por el exterior como a los peatones que vayan a cruzar por los pasos habilitados a tal efecto. Una configuración que busca reducir los frecuentes atropellos que se registran en las rotondas convencionales, donde la interacción entre coches y bicicletas suele ser más peligrosa.
Aunque la normativa da siempre prioridad a los vehículos que circulan por el interior de una rotonda frente a aquellos que quieren acceder a ella, un caso especialmente delicado es el de los pelotones ciclistas. La propia Dirección General de Tráfico ya se ha encargado de recordar que, en las situaciones en las que varios ciclistas estén circulando en grupo, cuando el primero de ellos haya accedido a la rotonda, el resto de usuarios deberá esperar a que lo haga el último ciclista del grupo antes de proceder ellos mismos (artículo 64, apartado C, del Reglamento General de Circulación).
De la misma manera, el reglamento recuerda que los usuarios de bicicletas tienen prioridad de paso respecto a los vehículos de motor “cuando, para entrar en otra vía, el vehículo a motor gire a derecha o izquierda, en los supuestos permitidos, y haya un ciclista en sus proximidades” (art. 64 b).
La prioridad de la que gozan los ciclistas al entrar o salir de las rotondas holandesas obliga a los conductores de vehículos a motor a estar más atentos y a reducir su velocidad al aproximarse a estas intersecciones, para que así puedan cerciorarse de la posible presencia de un peatón o ciclista.
Es importante recordar que, una vez dentro de estas rotondas, los conductores de vehículos también deberán ceder el paso a los ciclistas antes de salir de ellas. Además, deben tener en cuenta que el carril bici será, además, paralelo a los pasos de peatones allí donde estos se encuentren, por lo que los coches deben también prever la posible presencia de un peatón cruzando.
Ventajas de una rotonda holandesa
El principal objetivo de las rotondas holandesas es, en definitiva, proteger a los usuarios más vulnerables, es decir, ciclistas y peatones, que representan una parte significativa de los accidentes en esta clase de intersecciones giratorias. Entre 2015 y 2019 se registraron alrededor de 45.000 siniestros con víctimas en rotondas, según datos de AEA, lo que subraya la necesidad de mejorar la seguridad en estos puntos críticos.
En España, aunque no son muy comunes, ya existen ejemplos de estas rotondas en ciudades como Bilbao y Logroño. En esta última, por ejemplo, se ha implementado una rotonda holandesa en la confluencia de las calles Lobete y Obispo Fidel García, lo que ha mejorado significativamente la seguridad del tráfico rodado, peatonal y ciclista en ese área.
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