En una sociedad tan hiperconectada y digitalizada como la nuestra, son probablemente muy escasas las personas que no sean conscientes de la necesidad de mantener nuestros dispositivos debidamente actualizados. Así, cada cierto tiempo, estamos acostumbrados a recibir revisiones de seguridad a través de internet y a dar permisos para que estas se instalen mientras no los usamos (normalmente de noche).
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Esta tecnología, que llegó hace años a dispositivos personales como teléfonos móviles, ordenadores y tablets, se está introduciendo ahora en el sector de los vehículos, que se han ido paulatinamente transformando desde los medios de transporte puramente mecánicos que eran hace décadas a verdaderos coches conectados y equipados con todo tipo de sistemas informáticos y componentes electrónicos. A través del sistema multimedia, por ejemplo, se manejan funciones tan diversas como la climatización del vehículo, la música o la navegación por GPS.
La recepción de estas actualizaciones de software y firmware, a través de una conexión WiFi o de redes celulares, permite además incorporarlas sin necesidad de acudir físicamente a ningún taller para que lo hagan por nosotros. Pero ¿en qué consisten y cómo se instalan?
Así son las actualizaciones OTA
El término OTA proviene del inglés Over-the-air, y hace referencia al medio por el que se reciben dichas actualizaciones en el vehículo, de forma inalámbrica. Para descargarlas e instalarlas en tu vehículo, tan solo necesitarás que disponga de conexión a internet, autorizar el proceso y que el coche no esté en movimiento (al igual que se hace con los móviles, lo habitual es programar la instalación durante la noche).
Las actualizaciones pueden servir todo tipo de cometidos, desde una sencilla renovación de la interfaz del sistema de infoentretenimiento a una corrección de errores o la mejora de las prestaciones del vehículo. Pueden servir, por ejemplo, para instalar nuevas aplicaciones o revisiones de seguridad en los algoritmos de conducción autónoma (mejorando el control de crucero adaptativo o agregando otras funciones); optimizar la gestión de la batería en los vehículos eléctricos, ampliando su autonomía y longevidad; o solucionar posibles vulnerabilidades de seguridad.
La adopción de esta tecnología, sin embargo, va más lenta de lo esperado: según un reciente estudio de la consultora Jato, dos de cada tres vehículos nuevos carecen todavía de esta opción en su equipamiento, ya que muchos fabricantes todavía no lo ofrecen (y mucho menos de serie). Entre los coches que sí disponen de esta tecnología, destacan los SUVs, y todavía es más común encontrarla en los de más alta gama.
En los vehículos híbridos, su implantación es aún menor (sólo uno de cada cinco puede actualizarse a distancia), mientras que la situación mejora sensiblemente en los vehículos eléctricos, donde la tecnología inalámbrica alcanza a un 55 %.
¿Qué ventajas tienen las actualizaciones OTA?
De forma general, podríamos decir que el principal propósito de estas actualizaciones es optimizar el funcionamiento del vehículo, mejorando su rendimiento e incluso, con ello, reduciendo su depreciación. Pero también han abierto todo un mercado para las marcas, que gracias a esta tecnología pueden ofrecer determinados servicios a demanda, a través del pago de una suscripción, como pueden ser nuevos servicios multimedia o incluso el desbloqueo de funcionalidades cuyo hardware ya está instalado (como, por ejemplo, un sistema de masaje en los asientos).
El progresivo crecimiento de este tipo de actualizaciones ha llevado a la Unión Europea a endurecer la regulación de estos servicios, sobre todo en aquellas relacionadas con el funcionamiento del vehículo (como es el caso de la conducción autónoma o los sistemas de prevención de colisiones). En cualquier caso, las ventajas para usuarios y fabricantes son muy numerosas:
- Conveniencia y comodidad. Los usuarios ya no tendrán que desplazarse a los concesionarios para instalar actualizaciones importantes, ahorrando así tiempo a unos y a otros.
- Mejoras en la seguridad. Las actualizaciones OTA pueden aumentar la seguridad y el rendimiento del vehículo, reduciendo el riesgo de accidentes y averías.
- Ahorro de costes. Los fabricantes pueden, de esta manera, reducir los costes derivados de posibles llamadas a revisión y otros servicios, trasladando el ahorro a los consumidores.
- Personalización. Las actualizaciones OTA permiten a las marcas personalizar los vehículos según las preferencias individuales.
- Recopilación de datos en remoto. Los fabricantes pueden recoger información valiosa sobre el rendimiento del vehículo y los patrones de uso, además de detectar posibles problemas para futuras mejoras.
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